Kinaesthetics como herramienta en la escueda de educación especial


Silvia Gómez (Fisioterapeuta) y Teresa Mateu (Educadora especializada), trabajadoras del C.P.E.E. Alba (Reus).
Alumnas del curso inicial de Kinaesthetics en los cuidados asistenciales.

Apuntarse a un curso de Kinaesthetics en sábado y domingo durante dos fines de semana es lo que hemos hecho doce personas en los meses de septiembre y diciembre de 2018.

Mi motor para hacerlo ha sido la curiosidad. Curiosidad impulsada por los comentarios siempre favorables de una compañera de trabajo que ya había hecho la formación.

Ella, Silvia, ha sabido transformar este concepto como herramienta y filosofía en su trabajo diario con personas con movilidad reducida. Herramienta que facilita enormemente la relación y comunicación con alumnos gravemente afectados además de darle un sentido funcional a su práctica diaria, haciéndole descubrir día a día aspectos que antes pasaban desapercibidos.

En la introducción y justificación del curso ya queda claro cuál va a ser el objetivo y es bastante explícito al respecto. Reflexión sobre el movimiento, el propio y el del otro. Pero quiero hacer atención a la parte que no está escrita y que, sin embargo, también aparece durante el curso y creo, constituye el valor añadido de la formación. Me refiero a la profesionalidad que pone en acción Mercedes para dar la clase,  así como la dinámica de colaboración que se establece entre todos los asistentes, procedentes de diferentes ámbitos de la atención a pacientes y/o alumnos con discapacidad. Esto ha sido posible gracias al compromiso y exigencia por parte de todos, empezando por Mercedes. Agradezco su honestidad porque no ha habido  necesidad alguna de clase magistral por su parte, solo una profunda y continúa reflexión sobre la práctica. Su propuesta ha sido clara: ”Vamos a probarlo..., Hazlo..., Cambia..., Busca…” 

Mi sorpresa ha sido encontrarme con personas que iban con la misma motivación que yo a conocer estrategias y recursos para aplicar a su trabajo.
Se han cultivado las preguntas y no se ha dado nunca una respuesta cerrada. ¿Hay una actitud más educativa?
Se ha creado un espacio de reflexión y experiencia para dar respuestas. Dignidad en el aprender y en el hacer, porque la dignidad se ejerce. 

Analizar el movimiento en su sentido más amplio, y si el movimiento es vida, si con el movimiento aprendemos, si la realidad es diversa, si atendemos a la diversidad, ¿cómo no va ser diversa la manera de hacer?
Este es otro objetivo que se descubre al finalizar el curso: es importante preguntarse, buscar, adaptar, mirar de manera interdisciplinar hacia el objetivo, no para ver quién sabe más, sino para averiguar cuantos caminos hay para llegar ahí, al paciente y cuál es el mejor.

A nivel personal me llevo la atención sobre la propia práctica y la necesidad de reflexión continua en la relación con el otro. Asumir una mirada más amplia y completa y tomar consciencia de cuan profunda es la relación entre los contenidos, valores y actitudes en el quehacer educativo o asistencial. Esto es así en todos los ámbitos. Y del compromiso y la honestidad surge el conocimiento y las buenas prácticas.

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